Sin
lugar a dudas Peralta es uno de los más importantes pensadores ecuatorianos y
latinoamericanos con una prolífica obra en múltiples campos de las ciencias
sociales, pero en nuestra patria, por su radicalismo y honestidad a toda prueba,
ha sido silenciado. Se le reconoce como el máximo ideólogo de la Revolución
Liberal, sin embargo no se difunde su pensamiento. En los discursos oficiales
se pone de ejemplo a los próceres y grandes pensadores, desde Espejo y
Montalvo, hasta Alfaro, Dolores Cacuango y otros más, pero se obvia a Peralta,
a pesar de que doctrinariamente postula muchas de las cosas que ahora se
denomina socialismo del siglo XXI. Unos por conveniencia, porque seguramente conocen
su pensamiento radical, otros, simplemente por ignorancia.
Entre
sus obras emblemáticas está La Esclavitud
de la América Latina, cuya historia es algo inusual. Su autor la escribió
en Panamá al ser desterrado de su patria por el dictador Isidro Ayora, quien no
toleraba más la pluma del periodista, consagrado en los combates por la defensa
de la soberanía nacional. Estadista mediocre, sin la más elemental preparación
para regir los destinos de un país en crisis y gran convulsión social, Ayora optó
por el camino más fácil: el de la servidumbre y la dependencia, abriendo de par
en par las puertas del país al imperialismo norteamericano, al traer a la
famosa Misión Kenmerer, para que funde las instituciones que la política expansionista
yanqui necesitaba en América Latina y que, Money Doctor, como se le conocía al célebre profesor de las universidades de Cornell y
Princeton, venía llevando a cabo en otros países hermanos. Peralta critica ese
servilismo y entreguismo, como se puede apreciar en el capítulo final de La Esclavitud de la América Latina.
Los artículos
que Peralta publicaba en el diario quiteño El
Día, criticando la torpe política internacional respecto a nuestro problema
limítrofe, colmó la paciencia del médico graduado en Alemania, convirtiéndose
en el último gobernante ecuatoriano de la lista
conformada por Veintemilla, Caamaño, Freile Zaldumbide y Plaza, que
recurría al ostracismo para silenciar los valientes escritos del dirigente más
prestigioso del radicalismo liberal.
Peralta
había iniciado paralelamente sus escritos contra el imperialismo y se proponía publicarlos
en una serie de entregas que, seguramente, la policía secreta instaurada por el
régimen de Ayora estaba sobre aviso, expulsándole del país para no empañar el
trabajo de la Misión Kenmerer que arribó a fines de 1926 y permaneció en el
Ecuador hasta diciembre de 1927. En la Despedida
que Peralta publica en hoja volante en enero de 1927, puesto que es prohibida
su publicación en los diarios del país, están expuestos los temores y razones
de la torpe decisión del gobierno que levanta su destierro el 27 de julio de
ese año, pero al mes siguiente que regresa, lo confina a Loja para que no pueda
seguir denunciando en la prensa quiteña la negativa política de la dictadura.
Justo el tiempo necesario para que Money
Doctor y su comitiva, en un ambiente de tranquilidad política, modernicen
el Estado ecuatoriano a la medida de la conveniencia yanqui.
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